lunes, 4 de mayo de 2009
Reseña sobre el texto extraído de“Lenguas y dialectos de España” de García Mouton
Lengua, dialecto y habla
Comienza el autor enumerando las diferentes lenguas que conviven en España: castellano, catalán, gallego y vasco así como apunta que existen “variedades dialectales”.
Prosigue con la aclaración de los términos lengua, dialecto y habla, a fin de evitar confusiones en la lectura. Aunque todos tienen en común que sirven para comunicarse, es la actitud de los hablantes frente a estos términos lo que las diferencia.
Mientras que la lengua se rige por una norma, se usa entre personas cultas y se difunde a través de las instituciones oficiales y públicas (enseñanza, medios de comunicación, etcétera) en una amplia comunidad; el dialecto es considerado una variante lingüística. Es un sistema lingüístico derivado y que depende de la lengua del que evolucionó.
El dialecto, además, no alcanza la dimensión culta ni suele tener una norma elaborada. Y se suele limitar a una zona concreta y usar en ciertos ámbitos, usándose en otros, la lengua.
En España, un hablante que no hable el dialecto podrá entenderse con uno que sí, debido a la proximidad entre las lenguas y las variedades, exceptuando algunos dialectos del vasco.
El habla a veces se puede confundir con el dialecto. Son variedades lingüísticas restringidas a una zona muy concreta que incluso pueden variar de pueblo a pueblo. Existen numerosas causas extralingüísticas en el desarrollo de dialectos y hablas, entre ellas las políticas, sociales, culturales, geográficas y estratégicas.
Se suele valorar entre los hablantes más una lengua que un dialecto y éste a su vez más que un habla.
Clasificación de dialectos
Existen varias formas de clasificar los dialectos:
-Variedades diatópicas o geográficas (leonés, aragonés, etcétera): Es la clasificación originaria.
-Variedades diastráticas: Distintos niveles dentro del mismo sistema lingüístico (culto, popular, etcétera).
-Variedades diafásicas: Distintos estilos de comunicación (coloquial, formal, etcétera).
El bilingüismo y la diglosia
Otros términos que se explican en el texto son el bilingüismo y la diglosia.
El primero hace referencia a la convivencia de un hablante con dos lenguas en un mismo ámbito.
El segundo, la diglosia, hace referencia a la misma convivencia pero con la peculiaridad de que una de las lenguas resulta favorecida frente a la otra.
Antecedentes sobre la formación de las lenguas de España
Aquí se expone cómo la evolución histórica en la península ibérica ha conformado el mapa lingüístico actual.
Desde antes de la invasión romana las tierras “de paso” han tenido una mayor influencia lingüística de otras lenguas. Sin embargo, es el latín la lengua que se impone a cualquiera lengua prerromana, a excepción del vasco.
Y es el latín, mezclado con estas otras lenguas, lo que provoca la diversificación actual.
Tras la época romana, visigodos, musulmanes y la época de la Reconquista son los que dibujan el mapa definitivo. Ésta última etapa y el modo en que fue ejecutada es crucial para entender la evolución de las diferentes variedades a lenguas (catalán, gallego) y la no evolución del leonés y aragonés sino en lo que fue el castellano.
Además se apuntan las peculiaridades del castellano en las diferentes comunidades lingüísticas.
En resumen, el texto nos invita a reflexionar sobre el concepto de lengua y variedad lingüística y sobre la evolución histórica de éstas en España.
martes, 14 de abril de 2009
Reseña sobre el texto extraído de “El abecé de la pragmática” de Graciela Reyes
El significado contextual
La autora nos advierte que, si bien todos los estudios relacionados con la pragmática nos acercan a la definición de contexto, no son pocas las controversias generadas en torno al mismo. A lo largo del texto son muchas las anotaciones sobre las discrepancias entre lingüistas y entre los mismos pragmatistas.
A partir de aquí, la autora nos ilustra con el análisis del objeto de estudio de la pragmática.
Existen dos tipos de significado, el significado de la oración y el significado del hablante. La semántica estudia el primer tipo de significado y la pragmática el segundo.
La pragmática se puede entender como una subdisciplina de la gramática, como defiende la autora, aunque algunos lingüistas la localizan fuera.
La lengua es algo convencional, no natural. La pragmática estudia la porción de significado que no es convencional, gramatical, que no está sujeto a reglas. Esto hace que genere cierto recelo su estudio.
La semántica relaciona unas formas lingüísticas con los objetos del mundo que esas formas representan, pero no se pregunta para qué le sirve a un hablante emitir esas formas en un contexto comunicativo: ésa sería la tarea de la pragmática.
Los deícticos
La lengua posee elementos gramaticales que codifican algunos aspectos del contexto. Entre éstos se encuentran los deícticos: hacen conexiones entre lo que se dice y entidades del contexto. Aluden al contexto: a quién va dirigido el mensaje, al tiempo de la acción, etcétera.
Los deícticos están en el límite entre la semántica y la pragmática. A partir del momento en que, para asignar significado a expresiones lingüísticas debemos recurrir al contexto, estamos haciendo pragmática.
Muchos lingüistas creen que la pragmática empieza y termina en esas expresiones y deícticos.
Lo que no está en la gramática no es lingüístico y, por tanto, no puede ser objeto de una ciencia lingüística. Los diferentes deícticos y convenciones cubren parte de ese significado pero no todo.
Se deja fuera de la lingüística muchos fenómenos.
Existe un desnivel entre el significado literal y el significado que podríamos llamar “real”, el que el hablante quiere realmente transmitir. No se trata de un mero exceso de significado, sino de un “verdadero desplazamiento”. El hablante dice algo que está más allá de sus palabras.
Tipos de contexto
En general se entiende como el “conjunto de conocimientos y creencias compartidos por los interlocutores de un intercambio verbal y que son pertinentes para producir e interpretar sus enunciados”.
Hay varias teorías sobre el contexto. Se suelen asumir tres tipos: el lingüístico (llamado a veces, cotexto), el situacional (datos del entorno físico inmediato) y el sociocultural (condicionamientos sociales y culturales)
Un aspecto del contexto sociocultural está constituido por los marcos de referencia: los enunciados se interpretan siempre dentro de un marco “metacomunicativo” que clasifica la situación de habla y el papel de los participantes: “hablamos en serio” o “hablamos en broma”. El marco hace presuponer cosas y ayudar a interpretar el lenguaje y a asociar unos significados con otros.
Además, puede pasar que las condiciones sociales que rigen el uso del lenguaje sean más poderosas que las propias reglas de la gramática.
¿Qué es la pragmática?
No está muy claro. Varias definiciones de varios autores: Levinson, Georgia Green, Horn, Sperber y Wilson y su teoría de la relevancia y el conocimiento contextual o Mey con un enfoque más social.
En cualquier caso, la pragmática entronca con otras disciplinas como la psicología cognitiva, la antropología cultural, la filosofía, la sociología y la retórica.
A la lingüística del siglo XX le ha costado mucho admitir que lo extralingüístico deba formar parte del objeto de la lingüística. Saussure, padre de la lingüística moderna, marcó una frontera entre la lengua y el habla. Para Saussure el único objeto posible de la lingüística es la lengua. Al eliminar todo lo que parece intratable, “expulsa de la lingüística al hablante”.
La lingüística generativa y transformacional fundada por Chomsky, también trabajaba en esta misma dirección.
Esta voluntad teórica ha ido cambiando en los últimos treinta años donde ha surgido la pragmática.
A fines de los setenta la lingüística se ve en dificultades para explicar ciertos fenómenos que solo pueden explicarse acudiendo a la noción de contexto.
El valor explicativo del contexto para describir regularidades y generalidades del lenguaje se glosa en este texto con algunos ejemplos. Como es el del orden de las palabras o distribución de la información: “No hay tomates” por “Tomates no hay”, donde ésta última necesita de un enunciado anterior o un marco de referencia, por ejemplo, “ensalada”, para entender su significado.
O Los tratamientos “usted” y “tú”, que también son un ejemplo donde la pragmática está presente. Necesitamos conocer algo más de lo que gramaticalmente se escribe.
La consecuencia de estos ejemplos es que es necesaria la explicación pragmática para describir una serie de regularidades lingüísticas y que es muy difícil estudiar el lenguaje al margen del uso.
La teoría de los actos del habla
Austin, filósofo, y su discípulo Searle, fueron los iniciadores de la pragmática moderna con su teoría de los actos de habla.
La idea es que el lenguaje no solo sirve para describir el mundo, sino también para hacer cosas.
Austin distingue dos tipos de enunciados: asertivos o constatativos, admiten asignaciones de verdad o falso y los performativos, a los que se asigna la condición de “felicidad”, como consecución o no de una acción. En este tipo, “hablar es hacer”.
Posteriormente matiza esta oposición entre constatativo y performativo admitiendo que todas las oraciones son performativas, que sirven para cumplir actos, aunque no sea explícitamente.
Todas las oraciones tienen “significado” y “fuerza”: Significado del enunciado, lo que las palabras dicen; fuerza de la enunciación, lo que las palabras hacen.
A esto se puede agregar un tercer acto posible, el “perlocucionario”, por el cual se producen efectos en el interlocutor (convencerlo, sorprenderlo, asustarlo).
Searle intenta extraer reglas de los actos de habla. Reglas semánticas constitutivas que determinen qué tipo de emisión lingüística, en qué circunstancias, cuenta como tal acto de habla.
La teoría de los actos de habla influyó mucho en las nuevas corrientes lingüísticas, que veían el lenguaje como acción.
En el contexto operan una serie de expectativas sobre la conducta lingüística del interlocutor, que contribuyen a formar el significado de lo que nos quiere decir.
El significado intencional
Uno de los pilares de la pragmática es la noción de significado intencional, la intención del hablante.
Válido para todos los actos de habla. La diferencia entre decir, querer decir y decir sin querer. Comunicarse es lograr que tu interlocutor reconozca nuestra intención.
Grice elaboró dos teorías, la del significado “no natural” y la de las implicaturas. El significado intencional lo denomina “no natural” y lo formula. Interpretar lo que otro dice es reconocerle una intención comunicativa.
La pragmática actual
En resumen, la autora nos indica que la pragmática surge de un descontento dentro de la lingüística; cómo ha surgido en un entorno hostil.
Que comparte intereses por la relación entre lenguaje, sociedad y cultura con otras disciplinas del discurso, sobre todo con la sociolingüística y con el análisis de la conversación.
También comenta que la tendencia actual parece concentrarse en dos conjuntos de problemas interconectados: asuntos relacionados con la estructura de la lengua, como el orden de las palabras en un enunciado y los deícticos. Y por otro, los mecanismos de inferencia que hacen posible la comunicación: el problema de la discrepancia entre significado lógico o gramatical y significado contextual, la ironía, y el porqué elegimos una forma complicada para comunicarnos.
viernes, 3 de abril de 2009
Reseña sobre el texto extraído del libro: ”Metáforas de la vida cotidiana”, de LAKOFF, George y JOHNSON, Mark, Cátedra, Madrid, 1991.
Basándose en el principio clásico del origen de la metáfora y su clasificación en metáforas vivas y fósiles, trazan una nueva visión sobre este fenómeno lingüístico.
Se apunta la influencia de Whorf como punto de partida en sus investigaciones.
Los autores plantean una clasificación donde tanto metáforas vivas como fósiles constituyen un todo común dinámico y activo.
En el texto se alude a los mecanismos de construcción de las metáforas y su resultado (catacresis, “frases hechas”, metáforas plenas, el isomorfismo, etcétera); a su origen incierto y propio de cada lengua. Además de exponer con claridad la necesidad de expresarnos mediante metáforas y la analogía de las mismas en las diferentes lenguas.
Así, definen estos grupos de metáforas:
Metáforas de orientación, metáforas ontológicas y metáforas estructurales.
Básicamente fundamentada en dos ejes:
Que “las metáforas impregnan el lenguaje cotidiano, formando una red compleja e interrelacionada para la que tienen pertinencia tanto las creaciones más nuevas como las 'fosilizaciones'” (p.12)
Y esta red afecta a las representaciones internas, a la visión que el hablante tenga del mundo.
Los autores presentan un modelo donde los campos metafóricos del lenguaje y la experiencia están en continuo enfrentamiento.
Es esta clave experimental la que marca la diferencia con trabajos anteriores y el aporte fundamental de Lakoff y Johnson al estudio de la metáfora. Su arraigo con la vivencia experimental del ser hablante.
martes, 31 de marzo de 2009
Proyecto Creativo sobre el Diccionario
La premisa era la siguiente:
Hacer un proyecto creativo donde el diccionario fuera el protagonista y donde la palabra tuviera también un protagonismo especial.
El equipo de Spanish Wika cree que el objetivo se ha cumplido. Haciendo una llamada de atención, con este producto, sobre el uso de los vocablos.
Tanto de los que se usan en un contexto equivocado, por desconocimiento de su significado, como por ejemplo, el uso de la palabra "morriña" en lugar de "modorra"; como los empleados tras una incorrecta regla de derivación: mondarina, carnecería, etcétera.
Además, el uso de vocablos propios de diferentes jergas, debe ser contrastado con la norma, cuando queramos emplear un lenguaje correcto.
lunes, 30 de marzo de 2009
Reseña Lakoff y Johnson.
Grupo 41
RESEÑA DE LA INTRODUCCIÓN AL TEXTO DE LAKOFF y JOHNSON “METÁFORAS DE LA VIDA COTIDIANA”.
En este texto se va más allá del apartado meramente literario y se refiere a las metáforas en un campo mucho más amplio como es el de la vida cotidiana. La metáfora, con todas sus variantes y en todos sus niveles, es utilizada en nuestro vocabulario habitual para referirnos a hechos comunes. Esto es debido a nuestra herencia cultural, pues nuestra lengua fue evolucionando conforme a nuestra cultura a lo largo de los tiempos. Las frases hechas en su gran mayoría son metáforas y estas tienen todas una explicación lógica que deriva de elementos culturales acoplados al idioma. Por lo tanto estamos utilizando continuamente en nuestras conversaciones metáforas o recursos literarios semejantes a la metáfora y de forma totalmente espontánea. Estas expresiones son normales en todas las lenguas hasta tal punto que hay muchas cosas que no se podrían decir si no se recurriese al uso metafórico de las palabras. Pero como ya he citado anteriormente, estas construcciones metafóricas son fruto de la evolución cultural e histórica y debido a eso no hay unas metáforas universales al que se atengan todas las lenguas. Se puede dar el caso de que para un mismo significado metafórico dos lenguas usen palabras completamente diferentes en su significado literal, un ejemplo de esto es la expresión “conejillo de indias” en ingles es “Guinean pig (cerdo guineano)”.
Distinguimos diferentes tipos de metáforas. Por un lado podemos decir que existen unas más vivas, creativas, que surgen de la intersección de un determinado contexto de una nota que proviene de otro distinto como por ejemplo en el enunciado “Pedro es un lince”. Por otro lado también existen otras metáforas más denominadas fósiles o catacresis que podrían considerarse casi como casos de homonimia. Un ejemplo de estas es: “La extensión de mis conocimientos“. Metáforas muy frecuentes son las de relacionar las palabras y los pensamientos como objetos físicos. Así podemos esconder nuestras ideas o no soltar una palabra por ejemplo. La clasificación que Lakoff y Johnson hacen de las metáforas dice que existen metáforas de orientación, metáforas ontológicas y metáforas estructurales. Al fenómeno de identificación entre metáfora y realidad le llaman isomorfismo.
Para terminar, es importante decir que el campo de las metáforas es un campo que trajo consigo muchos estudios, no solo Lakoff y Johnson se atrevieron a estudiar esto y realizar una clasificación. Otro autor como Whorf, entre otros, también desarrollo su teoría de la cotidianidad de las metáforas y su obra fue tomada como referencia para desarrollar el texto del que hago mi trabajo.
martes, 17 de marzo de 2009
Reseña sobre el texto extraído del libro: “MORFOLOGIA LEXICA: LA FORMACION DE PALABRAS” de Soledad Ortega Varela
Sobre la formación de palabras
En primer lugar se realiza un repaso a las diversas fuentes de vocabulario de la lengua española: vocablos heredados del latín vulgar (voces patrimoniales), semicultismos y cultismos o latinismos.
Que producen distintas derivaciones de vocablos.
También se apuntan otras fuentes de léxico: del griego los helenismos, así como los llamados préstamos de otras lenguas: arabismos, anglicismos, etcétera.
En relación con estos préstamos realiza un análisis de los mismos, clasificándolos en:
a)Extranjerismos: Donde la lengua española adopta la palabra tal cual: Ejemplo: “reality show”.
b)Adaptación del extranjerismo: Se usa como basa la palabra extranjera y se adapta a nuestra lengua: Ejemplo: hamburger/ hamburguesa.
c)Calco semántico: traducción del extranjerismo: Ejemplo: “perrito caliente” por “hot dog”.
d) Otro préstamo semántico, este por imitación: Incorpora por imitación el significado que tiene en otro idioma. Por ejemplo: agenda (como tareas del día).
f) Préstamo morfológico: ejemplo, el sufijo “–al” para adjetivos. Ejemplo: del inglés “minimal” a minimalista.
El vocabulario español se enriquece también gracias a procedimientos internos, a través de mecanismos formales o morfológicos.
Formación de palabras
La derivación es el procedimiento mediante el cual se forman palabras nuevas mediante el uso de afijos (prefijos y sufijos, etcétera) y la composición.
El latín y el griego son una fuente directa de derivación para la creación de términos para la ciencia y la tecnología.
Otros términos nuevos son los denominados neologismos semánticos. Son aquellos que se forman mediante recursos semánticos como la metáfora, la metonimia, la elipsis y la “etimología popular”.
Algunos ejemplos de estos recursos:
Metáfora:
“Bocacalle”:
Usa la palabra “boca” para componer una palabra ajena a su significado aislado.
Metonimia:
“El abuelo ha puesto el belén”:
Se usa la palabra “belén”, que es el nombre de una población, para denominar el objeto decorativo navideño que representa el nacimiento de Jesucristo en la tradición cristiana.
Elipsis:
“Anticongelante”:
Uso del adjetivo “anticongelante” para denominar “líquido anticongelante”, eliminando el sustantivo “líquido”.
Etimología popular:
“Vagamundo”: Palabra aceptada en el diccionario (no siempre se aceptan), y que refuerza la semántica de la palabra usando “–mundo” en lugar de “–bundo”, en su composición. Estas palabras se generan y popularizan.
También la autora hace referencia a la terminología, conjunto de palabras propio de una determinada profesión, ciencia o materia que son formadas a través de procedimientos que califica de “formaciones de laboratorio”(p.10). Normalmente se trabaja con términos que provienen del latín y del griego.
También hay palabras ya existentes que toman dentro de la terminología específica un significado distinto. Es el caso de “bucle” en informática.
Otras creaciones léxicas proceden del uso literario: autores que se inventan palabras jugando con su fonética, etimología, etcétera.
Más creaciones léxicas son los vulgarismos y coloquialismos. Generalmente no aceptadas en la norma. Proceden de un uso erróneo de los procesos de derivación.
Por ejemplo: “ostentóreo” (mezcla de estentóreo y ostentoso).
El análisis de las palabras complejas
Primeramente se realiza un análisis de los distintos morfemas:
-Lexemas (significado léxico).
-Morfemas ligados: (afijos). Que pueden ser, bien gramaticales( flexivos) o derivativos (tienen contenido léxico).
También se aborda el concepto de “tema”. Son aquellos lexemas que necesitan algo más que un afijo flexivo para constituir una palabra. Necesitan obligatoriamente algún afijo derivativo ó combinarse con otros lexemas.
Ejemplo: El lexema “eco”. Que puede formar por ejemplo, ecología o ecosistema.
¿Cómo segmentar las palabras?
La autora advierte que el conocimiento de los morfemas es fundamental para poder segmentar las palabras. A veces esta labor no es simple y se requiere el uso de la comparación con palabras de construcción similar para los casos que ofrezcan dudas en cuanto a la segmentación.
Ej: cafecito: café-c-ito ó caf-ec-ito.
Para terminar, el texto recoge el concepto de “alomorfía”. Morfemas con variantes formales que tienen semejanza formal y comparten el mismo significado.
Ejemplo:
Lluvioso y pluvioso.
Morfemas alomorfos: “lluvi-“ y “pluvi-“
En resumen, la autora recoge en el texto un repaso exhaustivo por la formación del vocabulario, atendiendo tanto a su origen como a su proceso de formación.
martes, 10 de marzo de 2009
La acronimia.
fuentes utilizadas:
- Diccionario panhispánico de dudas.
-artículo de Cervantesvirtual.
martes, 3 de marzo de 2009
Pronombre "el mismo"
Aunque algunos manuales de gramática, como el de Fernández Ramírez, incluye el uso de "mismo" como pronombre. Es decir, una clase constituida por el pronombre "mismo" con cada una de sus variantes de género y número como pronombres intensivos o de identidad.
Este "pronombre" recoge la funcionalidad de "ídem" e "ipse" y no puede ser considerado como pronombre.
Puede comportarse como Adjetivo:
Ejemplo:
"Este pobre es el mismo a quien ayer socorrí."
"Tú mismo".
Como Sustantivo:
La Biblia enseña a amar a nuestros enemigos como si fueran nuestros amigos, posiblemente porque son los mismos.
(Cita recogida del blog "FRASES CÉLEBRES Y AFORISMOS", acceso el 2-3-2009)
Y como Adverbio:
"Déjenme cerrar las ventanas del balcón, de pronto hace un frío y esta casa es un congelador, el mar está ahí mismo..."(Padura, Leonardo. Pasado perfecto.Tusquets, 2009)
Pero expresiones como:
"El que su acción fuera efímera, innecesaria, no resta a la misma su significado" (Abc [Esp.] 29.9.74), no son aceptadas.
Fuentes consultadas:
Real Academia de la Lengua
Diccionario panhispánico de dudas
lunes, 16 de febrero de 2009
Empleo de los determinantes: Artículo / determinante masculino ante nombres femeninos

1º) Cuando entre el artículo y el sustantivo femenino no hay ningún otro elemento.
2º) Cuando el sustantivo, en este caso femenino, está en singular (el número también influye en esta parcela del tema a tratar).
En este caso el artículo que acompaña a la forma plural sigue siendo masculino.
1º) Cuando el sustantivo es una letra del abecedario.
3º) Cuando el sustantivo es un nombre de mujer (en el contexto adecuado).
4º) Cuando es el nombre de una ciudad.
- Artículo de Justo Fernández López: Sustantivos femeninos con artículos el / un.
- Blog de Lengua española o bitácora de un hablante de castellano.
Gheada
Gheada
"Distribución geográfica del uso de la gheada y el seseo"
Un buen ejemplo que demuestra lo extendidas que están estas variantes del habla es realizar una búsqueda en google de “Galicia” y “Jalisia”. Si comparamos los resultados vemos que las entradas de Jalisia son muy numerosas pese a no ser una palabra que esté normativizada.
También cabe citar la existencia de un google gallego, “jujel “.
Como dato histórico, es importante decir que la “gheada” fue un fenómeno asociado a la gente de pueblo, considerados paletos. El castellano era la lengua de los “señoritos” que todo el mundo debía saber y usar. En la época franquista incluso en la escuela se forzaba a los niños a perder esta peculiaridad en el habla. En el relato “La lengua de las Mariposas” Manuel Rivas cuenta cómo hacían esto:
¡Xa verás cando vaias á escola! O meu pai contaba como un tormento, como se lle arrincara as amígdalas coa man, a maneira en que o mestre lles arrincaba a gheada da fala …Todas as mañás tiñamos que dicir a frase "Los pájaros de Guadalajara tienen la garganta llena de trigo". ¡Moitos paos levamos por culpa de Ghuadalagara!
Traducción al castellano:
¡Ya verás cuando vayas a la escuela! Mi padre contaba como un tormento, como si le arrancaran las amígdalas con la mano, la manera en que los maestros les arrancaban la geada del habla...Todas las mañanas teníamos que decir la frase "Los pájaros de Guadalajara tienen la garganta llena de trigo" ¡Muchos palos llevamos por culpa de Juadalagara!
Algunos ejemplos del uso de la gheada en la TV:
-Mareas Vivas (serie ambientada en la costa de la muerte): (2)
- Película en la que tratan de hacer fina a una joven borrando esa peculiaridad de su habla:
martes, 10 de febrero de 2009
Reseña sobre el texto “Sobre el estándar y la norma” de José Antonio Pascual Rodríguez y Emilio Prieto de los Mozos
El estándar
Por un lado, nos muestra esta necesidad objetando que el lenguaje usado nunca será el estándar ni hay que obsesionarse con que esto sea así, y que los lingüistas no deben perder el tiempo en cuestiones meticulosas que no contribuyen a nada.
Nos ilustran sobre la variación lingüística como un hecho, “un atributo natural” (p.65). Para a continuación abordar la definición de estándar ligada a la noción de “prestigio, convención e historia”(p.66) de tal forma que la apreciación de la característica de “estándar” está vinculada a la que tenga la sociedad y su manera de relacionarse y enfrentarse con su propio lenguaje.
A lo largo del texto se critica la actitud de los lingüistas en relación a su excesivo rigor para con algunas tareas relacionadas con la lengua y su empecinamiento en discusiones peregrinas. Como el de dar diferente significado al término estándar así como el uso de la originalidad nominal o el casticismo como formas de aislamiento en el lenguaje.
Y el pretender que predomine el interés por cómo denominar algo por encima de estudiar su función . “Es evidente que poner nombres a los problemas no equivale a encontrar su solución”.(p.70)
El estándar “no es ni mucho menos la lengua de todos ni la lengua que se habla en cualquier ocasión”(p.73). No es ni la lengua común ni la general, el habla de la mayoría de la gente no está próxima al estándar. La lengua escrita se acerca más, pero en cualquier caso, son distintas.
Insisten los autores en advertir que la desviación entre el estándar y las variedades lingüísticas son propias de cada entorno social e incluso propias de cada individuo.
Pero una vez aceptada esta realidad, sí indican necesario la existencia de un estándar que ayude a la evolución de la lengua, “la ciencia necesita restringir el alcance de los términos que usa” (p.79) y “delimitar convenientemente el concepto de estándar no es ni mucho menos un acto de nominalismo” (p.79).
El estándar como modelo debe ayudar, por un lado a aglutinar las variedades lingüísticas y por otro a no banalizar el concepto que se tiene de la lengua.
La norma
En cuanto a la norma, los autores nos ilustran sobre cómo determinadas reglas permiten discernir lo permitido de lo no permitido en una lengua en cuanto a las elecciones gráficas, fonéticas, léxicas, sintácticas y morfológicas que el individuo tome y su grado de connivencia. Así, nos muestran ejemplos que van desde aquellos en que gramática y norma se confunden (usar “ungida” en lugar de “uncida”) y aquellos en que su uso es opinable y depende de la aceptación social de éste (decir “habían varias personas allí”).
Y nos advierten que “saber cuál es la norma prestigiada en una comunidad lingüística es importante para la propia supervivencia”(p.88) ya que “la falta de cadenas normativas no hace a los usuarios más libres”, ya que condiciona la relación con la sociedad.
Como conclusión, apelan al buen criterio de lingüistas y hablantes del español para un acercamiento, unos hacia la realidad social de la lengua y otros hacia la norma como guía social.
RESEÑA SOBRE EL SIGUIENTE ARTÍCULO:
- Sobre el estándar y la norma, de José Antonio Pascual Rodríguez y Emilio Prieto de lo Mozos (Universidad de Salamanca).
1. EL ESTÁNDAR
Para empezar, los problemas de la lengua no pueden desaparecer intentando que todos nos expresemos igual.
A pesar de ello, los hablantes son conscientes de la lengua que ejercitan, y tienden a mejorar sus instrumentos para resolver los conflictos que se plantean. Esto es algo que se hace de notar, ya que, la evolución del lenguaje está unida a la de la cultura; de tal forma que, adoptamos o perfeccionamos nuestras capacidades instrumentales para mejorar nuestra relación con el entorno, formando de este modo la cultura.
Las lenguas no son sistemas uniformes, sino que, tienen un pasado y conviven con otras lenguas vecinas (una vecindad no necesariamente geográfica, ya que, la lengua vecina puede ser una lengua ya muerta).
Las diferencias sociales suelen manifestarse en diferencias de usos lingüísticos. Así, orientamos la construcción de nuestros mensajes guiados por lo que conocemos o presuponemos acerca de nuestros destinatarios, por nuestros conocimientos del mundo…
Por tanto, la variación no es un conglomerado de molestas interferencias, sino un arbitrio natural de los sistemas lingüísticos, la variedad en la lengua es un hecho. Ahora sí, de entre muchas posibilidades, hay variaciones generalizadas, aceptadas convencionalmente y asentadas sobre criterios de prestigio.
De esta manera, las lenguas de cultura distinguen a uno o a varios de sus dialectos, que reciben el nombre de estándar. Aunque hay que tener en cuenta, que la variedad modélica es un cruce de una o más variedades (por ejemplo: el estándar del inglés norteamericano).
Por su parte, la lengua estándar no es fácil de explicar, y los lingüistas, generalmente, no coinciden. La estandarización solo suele ser suficientemente completa en los niveles lingüísticos menos complejos; desciende en calidad y exhaustividad en terrenos como los de la construcción oracional y textual (la lengua española y su sintaxis carecen de gramáticas prescriptivas).
Al formar una lengua estándar, la etapa de codificación es la que requiere realmente el trabajo de un lingüista. Aunque, para ellos, al no ser una tarea fácil, este tipo de investigación no es su preferida, debido al antinormativismo de la lingüística de nuestro siglo.
Dejando aparte a los lingüistas y haciendo alusión a los hablantes, su competencia lingüística depende de: en primer lugar, su capacidad para decidir qué es más correcto; y en segundo lugar, los parámetros de posibilidad, adecuación y viabilidad, que definen esa capacidad.
La lingüística científica debe explicar estos parámetros, y no puede dejar de estudiarlos porque no sigan un modelo estándar, teniendo así en cuenta las valoraciones sociales; esto es así porque, como hemos dicho antes, los elementos lingüísticos que demuestran los hablantes repercuten en las lenguas.
Otro punto importante es que, el desinterés de los lingüistas crea problemas al desarrollo de la lingüística y a los lingüistas como profesionales del lenguaje. Hay autores que aseguran que “en España hay un desacuerdo generalizado respecto a otros países” (el Marqués de Tamarón).
Sin duda, uno de los grandes problemas de nuestra lengua es que, nos preocupamos más por ponerle nombre a algo que por saber como funciona. A esto se le llama inercia nominalista.
Y es que, ponerle nombre a un problema no es su solución; sino que, al contrario, muchas veces ese nombre transfiere parte de su opacidad al referente. Dos son los efectos más característicos de esta inercia nominalista: la originalidad y el casticismo.
Por un lado, la originalidad nominalista se da de forma muy variada en nuestra lingüística, dando a los términos empleados en la teoría un significado muy diferente al que le asignaron los extranjeros.
Por otro lado, las consecuencias del casticismo son menos peligrosas pero más chocantes. Este efecto consiste en acudir a nuestro glorioso patrimonio lingüístico para calcar y adaptar a nuestro justo entender los términos inventados por otros.
Estos casos derivan en consecuencias que perjudican al lenguaje en general; ya que, perdemos así posibilidades de comunicación con el resto del mundo. Esto conlleva a una dispersión terminológica: debemos avisar a los demás de nuestras variaciones o modificaciones en nuestros escritos para evitar malentendidos.
Volviendo a la lengua estándar, para profundizar más en el tema: hay distintas concepciones de lengua estándar en el resto del mundo; ésta, se utiliza en marcadas ocasiones.
El concepto de estándar de los españoles es distinto al de los demás. No se trata de lo común o general, sino que es típico de un número reducido de personas (personas cultas) Por lo que, el hecho de que la mayoría de los españoles esté próximo al estándar es falso. Aunque es cierto que, también estas personas cultas se equivocan, por ejemplo, en los debates radiofónicos.
En lo referente a las pautas de producción lingüística de los miembros de la comunidad, estas son distintas; por lo que tiene que intervenir una institución mayor.
Lo que sí está claro, es que, la sintaxis de lo escrito tiene, por lo general, poco que ver con la lengua hablada.
Otra relación sustancial, es la divergencia que reluce entre el estándar y las producciones orales (algunos defienden una mínima divergencia en nuestra lengua, y normalmente, es así; ya que, por lo general, el español escrito se aproxima al estándar, pero… ¿esto es así realmente? No).
Esto es muy cuestionado últimamente, y deberíamos hacernos una pregunta sobre el español estándar: ¿es un deseo o una realidad?
Esta pregunta se basa en las investigaciones de la disponibilidad, que sabe que el vocabulario es débil en la mayoría de los hablantes (por ejemplo: en los estudiantes universitarios).
Es cierto que, no todos podemos acercarnos lo suficiente al estándar; es aquí, donde tiene una gran importancia la buena enseñanza lingüística.
Esto es fundamental porque la variedad de referencia es la apropiada para las interacciones formales. Hay que refutar debidamente los hechos para que el estándar tenga éxito, restringiendo al máximo la capacidad de sus unidades, y aumentando, así, su exhaustividad.
Todo esto es crucial, ya que la formación y el mantenimiento de un estándar para una lengua es un fenómeno social. De manera que, la implantación de una lengua estándar requiere un lento y largo proceso (depende de razones sociales, no es algo que se improvise ni se imponga, tiene que ser aceptada socialmente).
Pero, como bien se ha dicho anteriormente, un estándar es una realidad difusa, compleja. El problema del estándar no está en describir el propio estándar, sino en saber cuál es la teoría que puede describirlo.
Para concluir con el tema del estándar, vamos a compararlo con el concepto de dialecto.
El estándar, respaldado por una norma, oficializa una opción entre muchas otras, pretendiendo unir lingüísticamente a la sociedad; mientras que, los dialectos estratifican y discriminan la sociedad (no debemos hacer de ellos una religión, no se puede obligar a nadie a practicar el seseo, por ejemplo).
2. LA NORMA
Las normas de una lengua permiten ciertas elecciones y no otras. Unas veces son claras, y otras, cuestionadas por la sociedad.
Hay rupturas (patadas) de diferente índole contra las normas. Por ejemplo: aunque los localicismos pasan desapercibidos por las personas de ese lugar, en realidad están incumpliendo una determinada norma.
Por su parte, predomina el prestigio ante la lógica, a la hora de fundamentar o crear un estándar (esa es la razón de que haya triunfado agujero y no bujero o buraco, por poner algún ejemplo).
A veces, para entender el transcurso de la lengua es preferible comprender su historia y no la gramática en sí. Y es que, saber cuál es la norma prestigiada en una comunidad lingüística es importante para la propia supervivencia.
Nos guste o no, debemos contar con la norma (algunos con poco entusiasmo, como Ignacio Bosque, que piensa que no son útiles para entender el lenguaje); ya que la norma es necesaria para vivir cómodamente en una sociedad. Estas normas variarán dependiendo de cada sociedad.
Algo muy cierto, y a la vez algo triste, es que solemos mostrar desinterés por los asuntos del lenguaje, poniendo excusas para no profundizar en él. Esto es algo compartido también por los hablantes de las demás lenguas.
Tenerla como recurso exclusivo para la comunicación conduce a la marginación; aunque, la falta de cadenas normativas no hace a los usuarios más libres, sino que, el conocimiento de una lengua condiciona la propia relación social.
A este error que solemos cometer se le llama automarginación.
A cada paso adelante le siguieron muchos otros atrás, porque las lenguas modernas orientaron la norma con la dudosa virtud de la pureza lingüística, como si cada rasgo peculiar fuera preferible a cualquier forma de contaminación por parte de otras lenguas (un ejemplo de este hecho es la letra ñ).
Resulta llamativo que se haya llegado a medir la vitalidad de una lengua por su capacidad para crear neologismos por procedimientos internos, en lugar de recurrir a préstamos de otras lenguas.
Como conclusión, decir que existen dificultades en el acercamiento a la norma por parte de los hablantes del español; se resisten al trabajo de la razón.
La connotación negativa de algunos femeninos.
--->Zorro.
(Cf. zorra).
1. m. Macho de la zorra.
2. m. zorra (‖ mamífero cánido).
3. m. Piel de la zorra, curtida de modo que conserve el pelo.
4. m. coloq. Hombre que afecta simpleza e insulsez, especialmente por no trabajar, y hace tarda y pesadamente las cosas.
5. m. coloq. Hombre muy taimado y astuto.
6. m. Am. mofeta (‖ mamífero carnicero).
7. m. pl. Tiras de orillo o piel, colas de cordero, etc., que, unidas y puestas en un mango, sirven para sacudir el polvo de muebles y paredes.
-Zorra.
(Del port. zorro, holgazán, y este der. de zorrar, arrastrar; cf. prov. mandra, zorra, propiamente, 'mandria, holgazán').
1. f. Mamífero cánido de menos de un metro de longitud, incluida la cola, de hocico alargado y orejas empinadas, pelaje de color pardo rojizo y muy espeso, especialmente en la cola, de punta blanca. Es de costumbres crepusculares y nocturnas; abunda en España y caza con gran astucia toda clase de animales, incluso de corral.
2. f. Hembra de esta especie.
3. f. Carro bajo y fuerte para transportar pesos grandes.
4. f. prostituta.
5. f. coloq. Persona astuta y solapada.
6. f. coloq. borrachera (‖ efecto de emborracharse).
7. f. Ec. ojeriza.
8. f. Ur. Remolque de carga con cuatro ruedas de goma o más.
--->Brujo.
(De bruja).
1. adj. Embrujador, que hechiza.
2. adj. Chile. Falso, fraudulento.
3. m. Hombre al que se le atribuyen poderes mágicos obtenidos del diablo.
4. m. Hechicero supuestamente dotado de poderes mágicos en determinadas culturas
El mago Merlín no era más que un brujo, un hechicero más como el que describe la acepción dada por el DRAE, pero su papel en la película "Merlín el encantador" era el de un ser amable que ayudaba a todo el que se lo pedía.
-Bruja.
(Quizá voz prerromana).
1. f. Mujer que, según la opinión vulgar, tiene pacto con el diablo y, por ello, poderes extraordinarios.
2. f. lechuza (‖ ave rapaz).
3. f. En los cuentos infantiles tradicionales, mujer fea y malvada, que tiene poderes mágicos y que, generalmente, puede volar montada en una escoba.
4. f. coloq. Mujer fea y vieja.
5. f. Cuba. tatagua.
Sin embargo, en esta imagen extraída de la película "Blancanieves y los siete enanitos" se ve como la bruja es la mala. Y la imagen de esa bruja se corresponde con la acepción que da el DRAE.
--->Asistente.
(Del lat. assistens, -entis, del ant. part. act. de asistir).
1. m. Cada uno de los dos obispos que ayudan al que consagra en la consagración de otro.
2. m. En algunas órdenes regulares, religioso nombrado para asistir al general en el gobierno universal de la orden y en el particular de las respectivas provincias.
3. m. Funcionario público que en ciertas villas y ciudades españolas, como Marchena, Santiago y Sevilla, tenía las mismas atribuciones que el corregidor en otras partes.
4. m. Soldado que estaba destinado al servicio personal de un general, jefe u oficial.
-Asistenta.
1. f. Mujer que sirve como criada en una casa sin residir en ella y que cobra generalmente por horas.
2. f. Criada seglar que sirve en convento de religiosas de las órdenes militares.
3. f. En algunas órdenes religiosas de mujeres, monja que asiste, ayuda y suple a la superiora.
4. f. Mujer del antiguo asistente (‖ funcionario público).
5. f. Criada que servía en el palacio real a damas, señoras de honor y camaristas que habitaban en él.
En todos estos ejemplos se puede observar cómo, para el caso del masculino las acepciones carecen de negatividad o incluso a veces se consideran positivas (caso de zorro). Mientras que para el femenino todas traen consigo esa negatividad. En el caso de "zorra" y "bruja" por ser considerados como un insulto y en el de "asistenta" por el sometimiento que sugiere el hecho de ser una criada.
Como estos hay muchos casos más, algunos aceptados por el DRAE y otros no, pero que sí tienen un uso coloquial. El motivo de esto proviene del machismo heredado de otras épocas hasta años no tan lejanos y que fue dejando su huella en nuestra lengua a lo largo de tanto tiempo de evolución.
lunes, 9 de febrero de 2009
"Sobre el estándar y la norma".
Reseña: Sobre el estándar y la norma.
Se dice que la lengua estándar es la variedad de la lengua cuyo uso es mas formal. Unos identifican esta variedad con el lenguaje que se usa comúnmente cuando hablamos. Pero esta identificación presenta el problema de que cuando una persona habla, generalmente no respetamos las reglas sintácticas propias de la gramática de la lengua. Incluso si nos fijamos en la forma de hablar propia de personas cultas en los debates que podemos escuchar en televisión o radio, podemos observar que su forma de hablar es entrecortada, con frases a medias, interjecciones, anacolutos... Esto es propio de la lengua hablada pero no de la lengua estándar. Otros autores como Steger, asocia la lengua estándar con la lengua usada por los cultos o de los estratos superiores (caso de Jäger).
En España, algunos de nuestros tratados se refieren a la lengua estándar como: “variedad lingüística que sirve de vehículo comunicativo para cubrir todas las necesidades sociales e individuales de los miembros de una comunidad” , “variedad lingüística de una comunidad que no está marcada ni dialectal, ni sociolingüística ni estilísticamente”, “se llama lengua estándar, o lengua común, a la utilizada como modelo, por estar normalizada, de acuerdo con las normas prescritas, como correcta. Es la lengua que usan los medios de comunicación, los profesores, los profesionales, etc. La lengua estándar tiene variantes, que van desde la lengua coloquial, o lengua familiar, hasta la académica o solemne”.
LA NORMA
La norma determina que construcciones de la lengua son válidas y cuales no. Con las normas se consigue que las lenguas tengan una variedades estándar. Luego podemos afirmar que la variedad estándar de una lengua es aquella que está bajo sometimiento de las normas. Es curioso, el hecho de que los hablantes que tienen una lengua (en este caso es castellano) como segunda lengua sintetizan mejor estas normas y las usan de forma mas correcta no cayendo en los errores de vocabulario, gramaticales u ortográficos en los que si caemos nosotros, que tenemos el castellano como lengua madre. Errores como “haciera” en vez de “haga” por ejemplo. Estos errores se producen porque nosotros aprendemos la lengua como resultado de un aprendizaje no académico, mientras que en el otro caso, los hablantes aprenden el castellano de una forma académica desde el primer día. Es decir, aprenden primero las normas y después las aplican. Por el contrario nosotros acoplamos esas normas a nuestra lengua mucho después de haber aprendido a hablar.
La norma puede variar por criterios geográficos o de comunidades lingüísticas y es necesario conocerlas para poder convivir y comunicarse de forma mas eficaz en ese medio.
En conclusión, es necesaria la norma para poder acercarse al uso estándar de una lengua, pues es ella la que dicta que es lo que está bien dicho y lo que no en una comunidad de hablantes u otra. Aunque, como los autores del texto dicen, existen dificultades a la hora de acercar la norma a los hablantes del español debido a la inercia a la que estamos sometidos a la hora de expresarnos tal y como aprendimos.
Alexandre Davila.
martes, 3 de febrero de 2009
FORMACIÓN DE LOS FEMENINOS : Otras terminaciones
Un morfema es la unidad mínima significativa del análisis gramatical; p. ej., cant-ar, casa-s, cas-ero.
El morfema de género indica si la palabra es de género masculino o femenino, género que no siempre está relacionado con la categoría biológica de sexo.
Por ejemplo: la serpiente. Cuando hay serpientes hembras y machos.
En "La Celestina" de Fernando de Rojas, podemos leer:
“con la creencia en la muerte de la serpiente macho en el apareamiento —y de
la hembra en el alumbramiento de las crías”.
Tipos de Morfemas de género:
- -o / -.a: perr-o, perr-a
- -e / -a: asistent-e, asistent- a
- morfema cero, -o / -a: doctor , doctor -a
Otras terminaciones:
- triz: act-or / ac-triz, emperad-or / empera-triz.
- isa: poet-a / poet-isa, profet-a / profet-isa.
- esa: alcald-e / alcald-esa, marqu-és / marqu-esa.
- ina: gall-o / gall-ina, zar / zar-ina.
Estas terminaciones derivan de la herencia respecto a las lenguas antiguas: del latín o el griego. Palabras que ya vienen formadas con género femenino desde estas lenguas. Existen femeninos con estas terminaciones aceptados por la Real Academia de la Lengua Española pero que generalmente no son usadas en la lengua estándar. Ejemplo: líder / lideresa.
Sobre esta formación del femenino encontramos la siguiente entrada en el blog de Montserrat Boix.
Otros ejemplos interesantes:
Ejemplo de "guardesa".
De "Papisa":
Emmanuel Royidis (Barcelona - 2000). La papisa Juana (traducida por Estela Canto de la versión inglesa de LawrenceDurrell). Edhasa. ISBN 84-350-9979-2.
Esta historia también fue llevada al cine: "La Papisa Juana", con Liv Ullmann, como protagonista.
Por otro lado, la formación del femenino no solo se ciñe a cuestiones de variación de morfemas, existen otros tipos de palabras cuyo femenino es meramente cuestión de cambiar el género del determinante o adjetivo que lo acompaña. Estos sustantivos reciben el nombre de nombres comunes respecto al género.Ej:el / la cónyuge.
Otros sustantivos forman su femenino con el uso de una palabra completamente diferente. Estos sustantivos reciben el nombre de sustantivos heterónimos.
Ej: hombre / mujer.
En el caso de las profesiones, por regla general, se forma con el morfema "–a " pero en muchos casos utilizando la misma palabra para designar el masculino y el femenino. Aunque algunos femeninos tradicionalmente han ido unidos al significado “esposa de” o a un significado despectivo.